martes, 28 de abril de 2009

Apocalipsis, ¿now?

Por Javier Ibarrola

La visión bíblica plasmada en el libro de las revelaciones del apóstol San Juan y mil veces explotada por Hollywood y quizá por agencias que nada tienen que ver con el espectáculo: los cuatro jinetes del apocalipsis –el hambre, la guerra, la peste y la muerte- aparece todos los días por el territorio mexicano.
Pero más allá de visiones apocalípticas, las calamidades conforman una nueva realidad que nadie esperaba y, desde luego, porque se ve, que nadie estaba preparado.
El hambre se volvió asunto de usos y costumbres al sumar millones los mexicanos que viven en extrema pobreza; se empeñaron en tener una guerra con el narcotráfico a la que no se le ve fin ni mucho menos buen fin; ahora nos cayó la peste, un virus del que ya se dicen demasiadas cosas, no todas concordantes; y, la muerte, que se enseñorea por la mayor parte del país, ya sea provocada por el hambre, la violencia o la peste.
Todos estos elementos conforman una mezcla harto explosiva que por lo pronto afecta ya de manera determinante la seguridad interior del país y lo lleva a un paso de afectar la propia seguridad nacional, de suyo vulnerada ya por la acción de las organizaciones de narcotraficantes, el reconocimiento presidencial de la pérdida del control del Estado y un constante golpeteo sobre las fuerzas armadas.
Como si Felipe Calderón adivinara o supiera lo que estaba por venir, envió al Senado cuatro iniciativas precisamente para regular ciertos aspectos de las fuerzas armadas y dar su versión muy particular, como lo hace cada gobierno, sobre lo que es seguridad nacional y seguridad interior.
Porque debemos preguntarnos si todo lo que está sucediendo las afecta.
Para el gobierno de Calderón, seguridad interior es “la condición en que la estabilidad interna y permanencia del Estado Mexicano, se encentran garantizados a través de la aplicación de sus recursos y medios”.
Es evidente que la seguridad interior ya se ve afectada y si la iniciativa presidencial fuese aprobada, lo que parece improbable por el tiempo de trabajo del Senado, Felipe Calderón sería el único en promulgar la existencia de una “afectación a la seguridad interior”, las medidas a implementarse y su temporalidad (no podrá ser indefinida), así como la institución responsable y las autoridades que colaborarán. A estas medidas ya se les llama “Estado de Excepción”.
Pero las iniciativitas en cuestión chocan de frente ante una posible “afectación de la seguridad interior”. Se contempla que las fuerzas armadas –llamadas en la iniciativa “Fuerza Armada Permanente”-, sólo intervendría como institución responsable, en caso de que su participación sea estratégica y necesaria para solucionar la afectación a la seguridad interior, toda vez que las tares de coordinación pueden recaer en Dependencias distintas a la Secretaría de la Defensa Nacional y Marina, dependiendo del caso concreto”.
Y chocan, porque en lugar de alentar el estudio legislativo que propuso el pasado 19 de febrero del general Guillermo Galván Galván, la iniciativa presidencial sólo propone aumentar las penas para aquellos soldados que deserten para unirse a la delincuencia.
Las fuerzas armadas, dijo en aquella ocasión, (Monterrey, N.L. Día del Ejército) “somos respetuosas de la legalidad. En la delicada labor subsidiaria que realizamos para la preservación de la seguridad pública, destaca la importante faceta jurídica que nos provee sustento y otorga competencia”.
Por ello el alto mando militar llamó al necesario debate legislativo para analizar este soporte. Fortalecer las seis jurisprudencias emitidas por la Suprema Corte en la materia. Es un desiderato urgente”.
Los legisladores no le han perdonado al general Galván lo dicho hace dos años en una ceremonia similar: “Las fuerzas armadas robustecen al Congreso de la Unión, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Poder Judicial en su conjunto, hacen sólida a la sociedad y a sus esmeros y fortalecen al Poder Ejecutivo”.
Si el Congreso no legisla a tiempo sobre la participación de las fuerzas armadas en cualquier tipo de contingencia que afecta la seguridad interna o nacional, Calderón lo hará caer fuera de la ley y muy pronto la sociedad estará una vez más reclamándole lo que hizo, aunque sea “por razón de estado” o por terminar con una “afectación” a la seguridad.
Por lo pronto, lo imperioso es decapitar a los jinetes que montan los apocalípticos corseles.

De imaginaria

El pasado domingo falleció el muy querido colega Benjamín Flores de la Vega. Fue uno de mis primeros guías en este oficio cuando a principios de los sesenta llegué al periódico Ovaciones. Me hacen saber que Benjamín falleció de un paro cardíaco, atendido un poco tarde porque la ambulancia en la que era trasladado tuvo un percance. Mis sinceras condolencias a su viuda, la doctora Rebeca Mendoza y su hijo, el doctor Imer Flores Mendoza.

fuerzasarmadas@prodigy.net.mx
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