No bastan unos cuantos leales

Por Javier Ibarrola

Por ello, y ojala el mensaje militar no cayera en el olvido, pues quizá también nuestro arrepentimiento sería irreversible, el general Galván conminó: “Tenemos que hacer más, todos debemos hacer más”.


Febrero ha sido siempre considerado como un mes militar por excelencia, toda vez que concurren en su calendario fechas de fuerte raigambre histórica en las que el Ejército es el invitado de honor.
El ya 9 se recuerda cuando los cadetes de H. Colegio Militar escoltaron al presidente Madero hasta Palacio Nacional; al día siguiente de celebra el Día de la Fuerzas Aérea; el 19, el Día del Ejército, y el 24 el día de la Bandera para nombrar las más significativas.
Sin embargo, ahora se han agregado, especialmente en este mes de 2099, ingredientes negativos que ponen de manifiesto, entre otras cosas, que difícilmente caben ya los discursos melosos y costumbristas, generalmente pronunciados por el alto mando militar, es decir, el secretario de la Defensa Nacional, ahora el general Guillermo Galván Galván: la terrible muerte del general Tello Quiñones en Cancun, Quintana Roo, y los embates recibidos por el Ejército por parte de la alta delincuencia.
Ayer, precisamente ayer, cuando el general Galván y el Presidente de la república se reunían con lo más granado de las fuerzas armadas, para conmemorar el Día de la Fuerza Aérea Mexicana 21 personas morían en un enfrentamiento entre presuntos secuestradores y soldados en Chihuahua
Es vital para la salud cívica de los mexicanos no olvidar y justipreciar estas fechas, por más que en años pasados hubo un presidente que canceló la ceremonia porque anda de paseo. Vicente Fox, desde luego.
Luego quedaría más claro el porqué. Si un presidente “encarga el changarro” a otros para andar de cabildero partidista, pues para que demostrarle lealtad.
Por ello el discurso militar es hoy más amplio, busca más horizontes, porque ya se ve que no basta que unos cuantos sean leales y otros muchos no lo sean.
Y aún así, el Ejército todavía se da más espacios, cuando ante las afrentas recibidas, sostiene que “una sociedad madura y sensata no puede ejercer la justicia con sus propias manos, por muy argumentadas que estime sus causas. Esta práctica, ajena al Estado de Derecho, es riesgosa para el entramado social e institucional del país”.
Se apega a la ley para exigirla pero también para cumplirla, porque intuye que es el momento en que “si callamos, transigimos, retrocedemos por apatía, comodidad efímera o una falsa y equivocada tranquilidad, más temprano que tarde nuestro arrepentimiento será irreversible”.
Por ello, y ojala el mensaje militar no cayera en el olvido, pues quizá también nuestro arrepentimiento sería irreversible, el general Galván conminó: “Tenemos que hacer más, todos debemos hacer más”.
Y como dice el dicho: “¿Qué se entiende por todos?, pues todos.
Como discurso, suena bien que el presidente de la república, el comandante supremo de las fuerzas armadas, le diga a los soldados que “en defensa de la patria vale la pena arriesgar la vida misma, ustedes han puesto la vida al servicio de México en el cumplimiento de su deber, y no les arredra el riesgo de resultar heridos en los enfrentamiento con los enemigos de la nación o de afrontar condiciones de elevada peligrosidad en su esfuerzo por salvar a sus compañeros, por capturar al enemigo, por incautar armas o instrumentos de su actividad delictiva”.
Realmente suena bien, hasta parece que tenemos a las puertas de la nación a un poderoso ejército invasor, cuando en realidad lo tenemos adentro.
En esos momentos, lamentablemente, el discurso se venía a tierra al saberse que en Chihuahua morían 21 personas, Aún sin confirmar oficialmente, entre los muertos hay algún soldado.
Es ahí donde se arraiga el llamamiento militar, más allá del civil que se enreda en elogios que ya no tienen razón de ser, pues el soldado sí cumple con su deber: “Tenemos que hacer más, todos tenemos que hacer más”. Esa es la clave.
El próximo día 19, como quedó dicho, se celebrará el Día del Ejército. Nuevamente hablarán el general Galván y el presidente Calderón.
¿Qué más queda por decir?

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