martes, 9 de diciembre de 2008

Del Real: cuña o bomba


Fuerzas Armadas

Por Javier Ibarrola

· Del Real: cuña o bomba

Cuando una corresponsal de la agencia inglesa de noticias Reuters entrevistó al general Javier del Real Magallanes, el hoy subsecretario de Seguridad Pública federal le dijo, sólo para abrir boca: “El Ejército mexicano no está formado por blancas palomas. Es como el arroz, en el que siempre hay prietitos, pero afortunadamente son los menos”.
Y dejando el tono coloquial fuera de la entrevista, Del Real dijo sin empacho: “El Ejército no puede ser democrático porque dejaría de ser un ejército. Opera de acuerdo con las líneas de la disciplina”.
La periodista en cuestión estaba muy interesada en saber qué pensaba el Ejército en cuanto a los derechos humanos y la existencia de un ombudsman militar, proyecto que nunca fructificó.
El caso es que el flamante subsecretario de Seguridad Pública, como quizá todos los integrantes del Ejército, considera que la justicia militar es tanto o más severa que la justicia civil. “Nos pueden acusar de todo pero no de violar los derechos humanos”, dijo también en esa ocasión. Y también pensaba entonces que en cuanto mejorara la economía, los cuerpos responsables de luchar contra el narcotráfico se reorganizarían y el Ejército dejaría la lucha en ese campo. “Pero no creo que ocurra este en el mediano plazo”
Su nombramiento en la Secretaría de Seguridad Pública ha despertado todo tipo de inquietudes y especulaciones, y más lo hará línea de conducta que ha seguido toda su vida dentro del Ejército.
No hace mucho en este espacio preguntaba ¿Por qué le temen a los militares? sobre todo cuando el alto mando militar había afirmado ya que “las relaciones cívico-militares viven tiempos de cambios sustanciales”.
El nombramiento de un general de División en activo en un puesto clave de la seguridad pública, parece responder a la interrogante, en el sentido de que se les tema o no, el gobierno de Felipe Calderón no tiene otro apoyo de quien echar mano, que la experiencia y lealtad de las fuerzas armadas.
Dos años de balaceras en las calles del país, muy al estilo del viejo oeste, no sirvieron para nada, ni dieron el resultado que se buscaba. Calderón creyó que enseñando el musculo verde olivo había de frenar a la delincuencia. Error.
Ahora recurre a los hombres que se han preparado toda su vida en la carrera de las armas. Esperemos que no vuelva a equivocarse.
Como se acostumbran en este tipo de cosas, sólo parece importar el aspecto político: que si Calderón intenta darle gusto a todos, que si finalmente hubo un ganador en la disputa entre el Ejército y Genaro García Luna, que por eso le metieron una cuña llamada Javier del Real Magallanes, etc.
Porque nadie nos ha dicho a qué va Del Real a la SSP: a luchar contra la delincuencia organizada; contra el narcotráfico o contra García Luna. Más que cuña, Del Real puede significar una bomba de tiempo. Hay que recordar que el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, ha sostenido que “no buscamos hacer la guardia que no nos toca, pero de ninguna manera queremos dejar de hacer la que nos corresponda, la que el país nos exija”. ¿Cuál es la guardia que les corresponde a los militares?
Por lo pronto entre sus compañeros de armas ya se escuchan voces de preocupación, como la del general de Brigada Jorge Lugo Cital, anteriormente identificado como el general W, quien al citar un proverbio africano: “En mares procelosos se forman buenos marineros”, advierte: “lo malo es que nuestros compañeros no se encuentran en la etapa de formación, sino en la de toma de graves e importantes decisiones. Sabemos que se están trepando a frágiles avionetas y que deben estar muy atentos a no acercarse ni alejarse demasiado de la turbulencia del ‘Jumbo jet’ que les precede, llamado delincuencia organizada. Deben entender que si se estrellan con su pequeño avión, ante su ‘muerte política’, ellos cargarán con que las causas del ‘accidente’ se debieron a la inexperiencia de los pilotos. Esperamos que todo sea para bien, porque si no, la opinión pública y nuestros enemigos lo ‘cargarán’ a nuestro muy erosionado prestigio e imagen como fuerzas armadas”.
En este sentido, un muy ameritado general recuerda a sus compañeros que “las fuerzas armadas deben ser absolutamente leales a su pueblo, a su Comandante Supremos y a las instituciones de la República, sin embargo, no pueden, ni deben, como poseedoras de las armas de la nación, estar confiadas a los errores y aciertos de quienes, por voluntad de los ciudadanos, hoy ejercen el poder y mañana no”.
La llegada del general Del Real ocurre nuevamente bajo la concepción de que, como lo dice el general Rafael Paz del Campo, “las fuerzas armadas como tal, no están adiestradas para cumplir estas misiones y tampoco debería ser su responsabilidad”.
La espectacularidad de los operativos militares de principio de gobierno, por más que no hayan sido del todo eficientes, no resultaron tan negativos para el Ejército como serían los errores que pudieran cometer los generales en la SSP.
No hay que olvidar tampoco que los policías y los soldados no hablan el mismo idioma.

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