Por Javier Ibarrola
Desde ayer y hasta el próximo día dos, los comandantes militares de México Y Estados Unidos, con responsabilidad de cuidar los tres mil kilómetros de frontera que nos separan, analizan en Hermosillo, Sonora la “situación y delincuencia organizada”, así como la “organización, funcionamiento y experiencias de las Fuerzas de Tarea Interagenciales Norte y Sur de los Estados Unidos de América”
La reunión no es menor, toda vez que el país vecino no deja de decirles a sus votantes que la frontera con México en un asunto que afecta su seguridad nacional.
Desde luego, para los mexicanos y ya se ve que para los estrategas militares, el problema es igual de grave, al grado que en esta cumbre militar participan, por parte del ejército mexicano, tres generales de División, comandantes de Región Militar y, aunque no lo informa la Secretaría de la Defensa Nacional, once generales de Brigada quienes tienen a su mando otras tantas Zonas Militares, todas con tropas en puntos estratégicos de la frontera, deben o deberían estar ahí.
De acuerdo a la escasa información oficial proporcionada por la Secretaría de la Defensa Nacional y apegándonos a la zonificación militar existente, a la cumbre asisten, como cabeza, el general de División Sergio Magaña Mier, comandante de la II Región Militar, con sede en Mexicali, B.C. Lo acompañan dos generales del mismo grado y comisión: Marco Antonio González Barreda, comandante de la XI RM, en Torreón, Coahuila y Guillermo Moreno Serrano, comandante de la IV RM en Monterrey, N.L.
Las once zonas están situadas a lo largo de toda la frontera.
De acuerdo con información oficial de la Defensa Nacional, dicha Junta de Comandantes Fronterizos México-Estados Unidos” se desarrolla cada año desde 1992, alternando la sede.
Este tipo de reuniones sirven no sólo para intercambiar información, ponerse al día de lo que está pasando y preparar elementos, de aquí y de allá, para hacer frente a los riegos que enfrentarán ambos países en el futuro cercano.
De imaginaria
Sr. Director, don Carlos Marín: Acuso recibo del oficio 1357 emitido por el Director de Comunicación Social de la Secretaría de la Defensa Nacional, general Mario Lucio González Cortés y que me hizo favor de remitir.
Es una de esas comunicaciones que demuestran que lo primero que un comunicador debe conocer es la Ley de Imprenta, por cierto vieja y obsoleta, para no equivocarse. Se refiere el general Lucio a mi columna publicada aquí el pasado 25 de marzo, en la que siente que el autor le falta el respeto a las fuerzas armadas al decir que “como seres humanos y entes políticos, los militares se preparan también para los años finales del sexenio y lo que habrán de recibir, y desde luego ya se mueven las piezas que habrán de tener enfrente al próximo secretario de la Defensa Nacional”. (Pobre Ejército sería este si no se prepara constantemente en lo suyo y no nada más para ser policía de punto).
Sin embargo, para el comunicador militar eso suena a “futurismo”, vocablo que en ningún momento utilizo en mi escrito.
Y lo que se descubre en el oficio en cuestión es que el presidente Felipe Calderón tiene razón, cuando dice, y así se reprodujo en la columna que se menciona, que tenemos la misión de defender las libertades de los mexicanos, “las libertades que se ven amenazadas, o por la delincuencia o por el autoritarismo”.
Jamás en mi vida profesional había recibido una conminación que raya en el fascismo y desde luego en el autoritarismo como la enviada por el general Lucio. Basta un párrafo para identificar el autoritarismo del que habla el presidente:
“Por lo anterior quedan desautorizadas, de la manera más enérgica, las expresiones vertidas por el señor Ibarrola respecto a las ‘preparaciones’ futuristas. Dentro de las fuerzas armadas, como bien debería conocer su columnista, no existen ambiciones personales de ninguna índole”. ¿Desde cuándo el Ejército desautoriza expresar opiniones? Puede ser que no haya militares con ambiciones personales de ninguna índole, lo malo es que varios generales que se encuentran en la cárcel son muestra de lo contrario.
Mí estimado Carlos Marín: Qué pena siento ante un periodista de tu categoría. Durante los casi diez años de vida de Milenio, es la primera vez que tengo que responder al autoritarismo de un comunicador militar que, por lo que se ve, tiene la piel muy suave.
Algo más, general Lucio, mi columna se publica también en la cadena de periódicos del sureste Poresto, que dirige don Mario Renato Menéndez, digo, por si no lo sabía.
fuerzasarmadas@prodigy.net.mx
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